Con las piernas dolorosamente entumecidas,
y el pensamiento ralentizado a causa de las extenuantes horas de quietud casi
mortal frente a su escritorio, la joven consideró finalizada la jornada de
estudio, ya que a esas alturas del día sus ojos alcanzaban grados insospechados
de escozor. Concluyó el episodio apagando el flexo que milagrosamente
sobrevivía tras horas y horas de sacrificado servicio. De forma casi ritual
apiló sus apuntes y dejó desperdigados los utensilios de escritura en un
curioso y complejo orden que sólo ella parecía comprender. Se desperezó con la
naturalidad de un felino, echó un último vistazo a su sala de estudio, y
descalza, se dirigió a su dormitorio atravesando el largo pasillo amoquetado
que conectaba ambas estancias, en busca de un atuendo cómodo pero que no
desentonara si salía de casa, pues tal y como estaba vestida ahora, en pijama,
no tardarían en tratarla de loca desequilibrada en cuanto pusiera un pie en la
calle.
Halló lo que buscaba en la primera
puerta de su armario: sus vaqueros favoritos cuidadosamente doblados. Una
prenda muy socorrida, ya que aportaba a sus movimientos esa ansiada comodidad y
soltura que tan útil le iba a resultar en aquel momento. Deliciosamente cómoda
y al mismo tiempo agradable a la vista, ya que resaltaba su figura con la ayuda
de unos estratégicos degradados sobre la tela.
Los dejó sobre la colcha de su cama tan perfectamente doblados como los
encontró para emprender una frenética carrera por encontrar cuanto antes una camiseta
adecuada que se ajustara a sus planes aquella tarde. Abrió la ventana para evaluar
la temperatura ambiental y empezar así a descartar prendas en vista de que no
se decidía por ninguna.Se quitó la camiseta ancha y de estampado infantil que había relegado de su armario de calle para usarla como pijama, y así, medio desnuda, se fue probando una prenda detrás de otra. Ninguna le parecía apropiada… Y ya, cuando había vaciado de ropa tres de los cuatro cajones de su cómoda, se decidió por una verde militar con el dibujo frontal desgastado por el uso. La pasó por encima de sí, y caminó hacia el espejo, esperando que éste le diera su muda aprobación. "Perfecta", pensó, y se sonrió pícaramente a sí misma.
Perdió dos minutos más recorriendo
su figura en la imagen que proyectaba aquella superficie irisada. Se sentía
bien en ese cuerpo aunque éste no fuera nada extraordinario. En su día a día
pasaba completamente desapercibida, pero sabía cómo sacarse partido y atraer
miradas sin resultar extravagante, y sin enviar señas mudas y equivocadas de
algo que no era. Tenía personalidad, pero nadie reparaba en ella, todos se
quedaban con el físico. Al primer vistazo la descartaban como posible conquista
tan sólo por la sencillez que irradiaba. Pero eran esos mismos los que perdían
el aliento viéndola bailar los sábados en las discotecas de su ciudad, los
mismos que intentaban seducirla por turnos, y los mismos a los que ella sonreía
y con sutileza rechazaba.
La camiseta dejaba visibles unos
hombros morenos y perfectamente modelados, con muchísimas horas de natación
invertidas en alcanzar su perfección. Sobre las líneas de ambos omóplatos, dos
minúsculas y finas cicatrices rosadas apenas visibles guardaban un secreto...
Un secreto del que ella se enorgullecía, pero que le pesaba silenciar a
veces...
CONTINUARÁ...
Acarició el contorno de las finas marcas, y quiso sentirse libre, anheló más que nunca la libertad...
En un movimiento involuntario vio la hora de su reloj reflejada en el espejo, si se entretenía mucho más se quedaría sin la luz del sol, no pudiendo realizar así lo que tenía previsto para aquella primaveral tarde de finales de Mayo.
CONTINUARÁ...
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